Invitación a conversación: "Amor del desaparecido: potencia subjetiva"
En América Latina prolifera desde hace décadas la práctica de la desaparición
forzada. En Argentina el estado de excepción produjo treinta mil desaparecidos
durante la dictadura cívico-militar-eclesiástica (Comunicación de Madres de la
plaza de Mayo). En México se cuentan ciento cincuenta mil asesinados,
más de treinta mil desaparecidos , doscientos cincuenta mil habitantes
desplazadas: “México se ha
convertido en un país que ya no sabemos si calificar como ‘herido’ o
‘sangrante’ o incluso decir que es una gran fosa. País de muertos. País de
desaparecidos. País de fosas” (Daniela Rea. Que no les pase lo que a
nosotros en México. Cosecha roja, 7/09/2016).
La incertidumbre generada por la
desaparición activa un aspecto vital “Vivos los queremos” ¿Cómo se sostiene esa
solicitud? Ella revierte la incertidumbre y se transforma en potencia de vida
subjetiva. Esa búsqueda es orientada por el amor del desaparecido, quienes los
buscan no esperan respuesta del Estado –institución desaparece ciudadanos- despliegan acciones cargas de afecto, una
potencia subjetiva inédita, articulando respuestas variadas. Esas búsquedas no
caducan por el tiempo (propuesta de la Iglesia, los partidos políticos, hasta
por algunos funcionarios psi…) Esas acciones han tomado formas: localizar fosas
clandestinas, investigaciones jurídicas,
investigaciones antropológicas (EDAF) proponer leyes, conformar colectivos de
familiares, organizar protestas. En síntesis, mutar de subjetividades tristes a una potencia subjetiva, el afecto
que le viene del desaparecido y el afecto que se envía hacia l@s desaparecidos.
De ahí surge la potencia posible de “Vivos los queremos”, el amor los mantiene
con vida.
ESTADO DE
EXCEPCIÓN:
“El rechazo a la vida, cuestión de neurosis: Frente a la catástrofe occidental,
la izquierda adopta generalmente la posición del lamento, de la denuncia, y por
lo tanto de una impotencia que la hace odiosa a los mismos ojos de aquellos a
los que pretende defender. El estado de excepción en el que vivimos no
es algo que hay que denunciar, es algo que hay que volver contra el propio
poder. Henos aquí aliviados, a nuestra vez, de todo miramiento por la
ley; en proporción a la impunidad que nos arrogamos, a la relación de fuerza
que creamos. Tenemos el campo absolutamente libre para cualquier decisión o
treta, por poco que respondan a una afinada comprensión de la situación. Para
nosotros ya no existe más que un campo de batalla histórico y las fuerzas que
se mueven en él. Nuestro margen de acción es infinito. La vida histórica nos
tiende los brazos. Existen innumerables razones para rechazarla, pero todas
incumben a la neurosis" (Tiqqun,
Carta
A Nuestros Amigos. Comité Invisible).