El poder en su forma actual

Una lectura de la reflexión de Varufakis sobre el referéndum del 5 de julio

por Jun Fujita Hirose


La filosofía política moderna nos dice que el poder se ejerce de manera efectiva sólo cuando su autoridad es legitimada por un contrato social. Por ejemplo, para que se haga efectivo el ejercicio del poder estatal en lo legislativo, lo judicial o lo ejecutivo, necesitaría que se promulgue una Constitución, por la cual el pueblo se otorga la soberanía y la delega o la transfiere al Estado al mismo tiempo. En la entrevista publicada el 4 de julio pasado en El  Mundo, Yanis  Varufakis,  el  entonces  ministro  de  Finanzas  del  Gobierno  de  Alexis Tsipras, muestra que ya no ocurre lo mismo con el poder de hoy, hablando del Eurogrupo, reunión informal de los ministros de Economía y Finanzas de los Estados miembros de la Eurozona.

“El Eurogrupo, por ejemplo, toma todas las decisiones que afectan a nuestras vidas. Pues bien: no existe sobre el papel, es un organismo que no existe. El otro día pregunté si el presidente del Eurogrupo podía ignorar la regla que funciona desde hace 15 años y por la cual todas las decisiones de ese organismo se deben de tomar por unanimidad. Y nos respondieron diciendo que el Eurogrupo no es un organismo formalmente constituido, en el sentido de que oficialmente y sobre el papel no existe. Nos quedamos boquiabiertos, porque es increíble. Resulta que en Europa tenemos una unión monetaria dirigida por un organismo que no tiene reglas escritas, porque los tratados de constitución no fueron redactados adecuadamente. ¿Qué diablos hemos hecho? Por no hablar de que los ciudadanos no tienen derecho a saber lo que pasa en las reuniones del Eurogrupo, ni siquiera 30 años después, cuando resulta que en esas reuniones se toman decisiones que determinan las vidas de los propios europeos.”

Hoy, el poder se ejerce fuera del “papel”, es decir, al margen de todo contrato, sin ninguna legitimidad. Esto no significa, sin embargo, que el espacio contractual en sí mismo se haya vuelto inválido, inefectivo. Al contrario, se requiere más que nunca su efectividad. Para que el poder extra-contractual pueda ejercerse de manera efectiva y eficaz a pesar de la falta de autoridad legítima, es necesario que el contra-poder popular se queda reducido por un contrato social a un conjunto limitado de “derechos” soberanos, de tal suerte que se establezca una disimetría permanente entre el poder y el contra-poder en las condiciones de ejercicio de sus fuerzas respectivas. El poder se mueve afuera, mientras el contra-poder está encerrado adentro. ¿Cómo el poder justificaría esta topografía desequilibrada? En la entrevista a El Mundo, Varufakis evoca las reuniones que el Eurogrupo realizó antes y después del anuncio del referéndum por parte de Tsipras.

“El problema es que a la UE no le gusta la democracia. Lo que ha ocurrido aquí es muy sencillo, déjeme que se lo explique: el 25 de junio pasado, como representante de Grecia en el  Eurogrupo,  me  presentaron  una  propuesta  de  acuerdo.  Yo  estudié  esa  propuesta, nuestro Gobierno griego estudió esa propuesta y llegamos a la conclusión de que era completamente inviable, que aunque la aceptáramos era imposible que funcionase. Pero como  somos  un  Gobierno  responsable  y  europeísta,  decidimos  que  al  igual  que  no habíamos recibido el mandato de nuestro pueblo para hacer pedazos ese acuerdo, tampoco habíamos recibido el mandato para decirle a los griegos y a nuestro Parlamento que ese acuerdo nos parecía valido, porque no nos lo parece. Dado que nos planteaban un ultimátum, dejamos la respuesta final en manos del pueblo griego. El pueblo es soberano, y el pueblo decidirá qué hacer. Eso se llama democracia. Y lo que ha hecho Europa es simplemente negarnos una pequeña extensión del programa de ayudas que nos habría permitido celebrar este referéndum con calma y tranquilidad, con los bancos abiertos. No, nos han obligado a cerrar los bancos. […] En el Eurogrupo del 27 de junio me dijeron claramente y sin paliativos que la propuesta de acuerdo era un asunto muy complicado para dejar la decisión final en manos del pueblo griego. Eso, permítame que se lo diga, es un ataque gigantesco a la democracia. Democracia, se lo recuerdo, es un sistema en el que la gente normal toma decisiones muy complejas.”

Es al principio de demarcación entre experto y no experto a lo que recurre el poder por justificar su ejercicio ilegítimo. El poder intenta persuadir al pueblo diciéndole: ustedes carecen de los conocimientos necesarios para estudiar el asunto en cuestión, y además de esto, no pueden abordarlo sin mezclarlo o relacionarlo con los otros asuntos que tienen en sus propias vidas, y es por eso por lo que ustedes tienen que dejar la decisión en manos de los expertos y los tecnócratas, que son peritos en el asunto y que saben dedicársele de modo exclusivo. El anuncio del referéndum se hizo precisamente contra esta lógica. Sin embargo, de aquí se surge una pregunta fundamental: de lo que se trató en el voto popular del 5 de julio, ¿es sólo de rechazar de plano el principio de distribución desigual del conocimiento y de volver a poner el proceso de toma de decisiones en la “democracia”, es decir en el marco del espacio contractual? Quizá sea así desde el punto de vista del Gobierno Tsipras, que se proponía contraponer la soberanía estatal-nacional griega al poder extra-contractual ejercido a través del Eurogrupo. Pero, ¿los votantes griegos no vivieron algo más que tal democracia restablecida? Varufakis dice de las medidas de cierre de bancos y de control de capitales, las que el Eurogrupo forzó al Gobierno griego a tomar a partir del 29 de junio.

“Lo que están haciendo [los neoliberales] con Grecia tiene un nombre: terrorismo. […] ¿Por qué nos han forzado a cerrar los bancos? Para insuflar el miedo en la gente. Y cuando se trata de extender el terror, a ese fenómeno se le llama terrorismo. Pero confío en que el miedo no gane.”

Al votar, los griegos no sólo ejercieron sus derechos soberanos, sino también, y sobre todo, entraron cada uno en una confrontación directa con el poder, encontrándose ellos mismos fuera del espacio contractual. La lucha contra el miedo o el terror no es cuestión de contrato sino de las relaciones de fuerza; no es cuestión de la soberanía sino del coraje, no es cuestión de la democracía sino de la libertad. Al votar al “no”, los griegos practicaron cada uno con coraje su libertad intransigente en el campo de relaciones de fuerza. No es el derecho soberano sino el coraje personal lo que nos permite a cada uno resistirnos y hacernos insumisos a las estrategias “terroristas” del poder. En cada voto al “no” en las urnas griegas se afirmó la verdad de que somos todos siempre libres y de que podemos siempre entrar en la práctica de la libertad sólo con que nos armemos de coraje.