El golpe de la Troika contra el gobierno de Tsipras
Entrevista a Christian Marazzi
por Roberto Ciccarelli
(Traducción: Maura
Brighenti y Santiago Sburlatti)
Para Christian Marazzi,
economista y autor de Capitalismo y Lenguaje. Hacia el gobierno de las finanzas (Tinta Limón Ediciones, 2014) y Il diario di una crisi infinita (Ombre corte 2014),
el referéndum convocado por Tsipras el domingo en Grecia es un gesto heroico. “No
veo en eso el intento de trasladarle la responsabilidad de una elección al
pueblo griego, frente a un impasse evidente de la tratativa con la Troika. Veo,
al contrario, un gran acto de honor y verdad”.
Muchos
sostienen, por el contrario, que lo de Tsipras es un acto de desesperación.
Nada más alejado de la realidad. La suya es una rendición de cuentas frente
a las políticas neoliberales que en Grecia han revelado lo que siempre fueron:
el ataque sistemático a la democracia, el desprecio total de las clases
trabajadoras, la prosecución criminal de políticas de enriquecimiento de los
más ricos. Hoy es necesario ir al enfrentamiento, no hay otra solución. Esta
batalla hay que hacerla con los pies descalzos y las armas de la verdad, contra
la estrategia de mentira de la Troika y de los medios que mistifican los datos
económicos y sociales y sirven a los intereses de los poderes fuertes.
Si en el
referéndum gana el NO ¿qué va a pasar?
Primero, me pondría
muy contento. La posición de Tsipras se reforzaría desde el punto de vista de
la representación del pueblo griego en la mesa de negociaciones. Se podría
crear una moneda paralela que no sería un paso hacia el retorno a la Dracma, pero
marcaría mejor el parcial desenganche de las medidas de ajuste más represivas y
daría la posibilidad de pagar los sueldos y asegurar las prestaciones sociales
todavía en vigor. No creo, sin embargo, que este éxito sea de alguna manera
cierto. Grecia es un país que está frente al abismo, se encuentra en la clásica
situación donde el preso confiesa una mentira a su peor torturador para poder
sobrevivir.
Sin embargo en las encuestas resulta que
la mayoría votará SI
Porque los
griegos tienen el temor de un aislamiento todavía mayor. El problema es que no
se está movilizando nada para volver su aislamiento menos pesado. Hoy Grecia
está sola, no ha recibido el sostén concreto por parte de los países miembros, por
no hablar de sus clases sociales que también se encuentran perjudicadas por las
políticas de austeridad. Esta batalla heroica la está conduciendo sólo con sus
propias fuerzas. Sostuve siempre que para países como Grecia hubiera sido
importante quedarse en la Eurozona. Dentro
y contra Europa me parecía la fórmula política más correcta. Pero esta
posición hoy se puede revelar desesperadamente débil.
¿Y si Tsipras es derrocado?
Podrá haber un
reajuste de gobierno en víspera de las elecciones. Es el escenario preferido
por la Troika. El comisario europeo Moscovici había empezado a trabajar en este
sentido el día antes de la convocación del referéndum, cuando reunió a la
oposición en el cuarto contiguo adonde estaba teniendo lugar el encuentro entre
Tsipras y las “instituciones”. Una verdadera provocación con el objetivo de
preparar el reajuste. Habrá que ver lo que ocurrirá dentro Syriza. En caso de
darse el reajuste, la izquierda quedaría excluida y habrá un desplazamiento
hacia una coalición gubernativa de centro. Pero también en este caso la
situación podría no mejorar. Y, por fin, Grecia podría decidir salir del euro.
Por fuerza mayor o por desesperación.
¿La agresión de la Troika a la
democracia griega es una advertencia también a Podemos en España?
Sin duda es
una medida preventiva. Con el referéndum Tsipras movió un caballo y en
respuesta la Troika movió otro. La Troika está indudablemente ajustada por la
posibilidad de que los movimientos anti-neoliberales puedan ganar terreno
también en países centrales como Alemania, a la izquierda como a la derecha.
Por ello sus estrategas están golpeando contra Grecia de manera tan bruta. En
ellos no veo ninguna inteligencia, sino la voluntad de destruir Syriza, su
legitimidad y credibilidad. Están actuando como golpistas.
A la izquierda muchos hacen la
comparación con el golpe de estado contra Allende en Chile. ¿Para usted es una
comparación apropiada?
Puede parecer
forzada, pero los términos de la cuestión son estos. En 1973 los golpistas
usaron el ejército y la CIA. Hoy en Grecia se visten elegantemente de traje. En
ese entonces en Sudamérica no se podía aceptar un gobierno democráticamente
electo, y de izquierda. Hoy no se lo puede aceptar en Europa. Esta situación es
el producto de un hecho: la izquierda no logra empujar hacia adelante el
enfrentamiento en escala europea. La única cosa que me conforta es que
estaremos obligados a hacerlo pronto.
¿Empujando Grecia hacia el default, la
Troika tomó nota del fracaso de la Unión Europea y la estaría fragmentando,
modificándola en profundidad?
Lo pienso desde
hace tiempo. Esta Europa está construida sobre el Euro, que es de todo menos
una moneda que pueda contribuir a la construcción de una Europa federal. Ya
desde el comienzo el Euro se reveló más bien como un vehículo de fragmentación
de una construcción que daba muchos signos de implosión interna y tendencias
hacia la balcanización. Desde todos los puntos de vista: tasas de interés,
inflación, deuda y déficit. La que fracasó es una Europa financiera que
persigue intereses que no tienen nada que ver con la armonización de los
trayectos de crecimiento de los países miembros.
¿Cuál es el papel de Alemania?
Desde hace
tiempo sus estrategas ordoliberales abandonaron la idea de una verdadera
unificación de Europa. Se la tiraron a los mercados financieros pensando mover
el eje estratégico económico alemán hacia el este. Sin embargo su juego
encontró obstáculos en Ucrania y por las sanciones a Rusia. Por esto fueron
obligados a replegarse en Europa. Ahora pretenden imponer un plus de hegemonía
alemana en el continente. Parece increíble, pero en este momento la pequeña
Grecia cuenta porque representa un factor de riesgo para ese proyecto de
unificación bajo el puño de hierro alemán.
Tres años atrás alcanzaba con que Draghi
dijera “whatever it takes” para salvar la Eurozona. ¿Cómo evalúas su papel?
Entre 2011 y
julio de 2012 estuvo muy hábil. Su “acto lingüístico” logró superar una
situación que había tocado el umbral de la ruptura de la eurozona. Draghi es el
“amerikano” en Europa y se enfrenta con los fanáticos del Ordoliberalismo
alemán, los Weidmann,
Schauble, la Bundesbank. Hoy no sabe para donde mirar. Tomó iniciativas asquerosas:
amenazó cortar la liquidez de la ELA a Grecia, creó el pánico y es responsable
de la corrida bancaria. Fue imperdonable excluirla del “Quantitative Easing” en una situación en
la que deposita 60 billones por mes para evitar la ampliación de los spread. De
todas formas, su QE funciona hasta cierto punto, porque no muestra poderes
terapéuticos. En Japón, en EEUU o en Inglaterra aumentaron de manera
espectacular las desigualdades. Las empresas usan la liquidez para readquirir
acciones, no ciertamente para hacer inversiones. Los grandes inversores
prosperan en los mercados financieros. La BBC no está en una situación tal para
contribuir a la salida de esta crisis.
¿La
alternativa a la estrategia de la Troika es la soberanía nacional y el retorno
a las monedas nacionales, como lo sostienen también a la izquierda?
Nunca me creí esta historia de la
soberanía monetaria. Nunca hubo soberanía monetaria, tampoco antes del Euro, en
la época del Sme. Y luego ¿qué significa hoy una democracia nacional? ¿No basta
el espectáculo que están dando las legislaturas desde el punto de vista de las
garantías y de los derechos democráticos?
La
misma cosa se puede decir de las instituciones europeas, ¿no le parece?
Ciertamente, porque son la réplica falseada
de las nacionales. Es más, son aún más vacías. Que nos guste o no,
continuaremos moviéndonos en un plano transnacional continental. Es un hecho
irreversible. Es sólo en este plano que hoy se puede afirmar una democracia
real y no formal.
¿Qué
entiende usted por “democracia real”?
Una democracia es real cuando se apropia de las riquezas y las redistribuye,
garantiza una renta de la ciudadanía y aumenta los sueldos. Elimina las
mediaciones de los inversionistas financieros y eroga directamente recursos,
servicios e infraestructuras para los ciudadanos europeos. Esto puede ocurrir a
partir de la propia Alemania y no sólo de los países periféricos. Hay que
relanzar una idea de una Europa política donde la política sea fuertemente
encarnada en estas consignas para hacer frente a las necesidades de las
poblaciones exhaustas por la crisis. El enfrentamiento es a nivel continental.
Esta es la gran enseñanza de Grecia: su lucha es la lucha por Europa.