NO OLVIDAMOS: a dos meses del incendio del taller de Páez
SACAR DEL GUETO A LA ECONOMÍA POPULAR Y MIGRANTE
Hace dos meses, en la Cazona de Flores, nos encontramos desde la
indignación, el desconcierto y las ganas de pelear. El incendio del taller
textil en la calle Páez 2796 en el que murieron los niños Rodrigo y Rolando,
así como el ocurrido nueve años antes en Luis Viale 1269, no fueron hechos
aislados, sino que son parte de un mapa que nos teje y nos cose. Intentando
comprender la trama de los hilos, tironear y desarmar, surgió la Asamblea Textil de Flores. Pronto este espacio
nuevo se llenó de organizaciones, de colectivos y de vecinxs convocados por la
tragedia, pero sobre todo por la necesidad de pensar y entender de otra forma
lo que sucede. Nos movilizamos porque ni la denuncia, ni la lástima, ni mucho
menos la indiferencia nos convencía.
Quedó claro también, por la pluralidad de quienes
nos convocamos, que no se trata de un problema únicamente de bolivianxs, de
costurerxs, de trabajadorxs textiles, sino de un circuito de producción
y comercialización formal e informal, precario y de grandes marcas, en
el que están involucrados grandes cadenas textiles bien conocidas, organismos
de control estatal y pequeños y medianos comerciantes, junto con varios niveles
de consumo.
Llamamos trabajo sumergido a ese
mundo que se diferencia de lo “legal” por una frontera regulada principalmente
por el beneficio y la explotación. Pero, además, ese trabajo sumergido -nutrido
del esfuerzo, de las aspiraciones de progreso de los y las migrantes- es un
poderoso motor económico, por sus bajos costos de producción y porque abastece
el mercado con los productos baratos que los pobres pueden pagar. A la vez,
esta sumersión implica para los trabajadores naturalizar condiciones muy duras
de trabajo y tolerar situaciones muy riesgosas.
Ante las puertas blindadas del
taller nos encontramos para realizar esfuerzos de apertura de este problema.
Sabemos que requieren de un trabajo minucioso de organización,
contracomunicación e invención de nuevas alianzas. En este recorrido
organizamos una numerosa marcha que conectó los dos talleres incendiados (Páez
y Luis Viale) para manifestarnos de cara al barrio donde funcionan estas formas
de trabajo; mantuvimos visible el tema en los medios y armamos comisiones
temáticas de trabajo.
Nos plantamos ante la solución fácil del cierre
compulsivo, así como ante las denuncias que se aceleran en tiempos electorales
y que procuran expulsar estos talleres del barrio, para sumergirse más
aun en otros barrios del conurbano o en las villas, además de servir
como una excusa perfecta para el pedido de coimas: una nefasta “cadena de
favores” entre policías, funcionarios, inspectores y empresarios. Nos
propusimos abrir los talleres para su comprensión, abordando
no solamente el sistema más amplio que permite que se siga trabajando en estas
condiciones, sino que también salgan a la luz las creencias implícitas, los
miedos y las naturalizaciones que nos obstruyen una discusión esclarecedora.
Abrir es sentirnos parte de ese entramado, intentar entender y
entendernos dentro de este contexto del trabajo textil y a partir de allí,
hacernos cargo cada uno y cada una de que no estamos conformes con la
criminalización del sector, pero tampoco con que esa sea la excusa para no
cambiar nada.