Desde Japón: Roppongi y el triángulo del arte
por Silvio Di Stéfano
Tokyo cuenta con enorme cantidad de museos e
iniciativas culturales. Entre estas, una de las más recientes es el triángulo
del arte de Rappongi, tres museos ubicados en proximidad el uno del otro (dos
de los cuales fueron abiertos en el año 2007) que no tienen colección permanente. Cuentan, en cambio,
con exposiciones temporales que se renuevan cada uno o dos meses.
El triángulo del arte está compuesto por los
siguientes museos: Suntory Museum of Art, National Art Center y Mori Art
Museum.
Suntory está presentando una exposición sobre
dibujos del período Edo, los cuales estaban destinados a complementar obras
literarias. Inseparables el uno del otro, la muestra es también una exhibición
de caligrafía, la cual en los países del este asiático que utilizan el sistema ideográfico
es considerada, entendiblemente, un arte.
El museo Mori ofrece una propuesta un tanto más
contemporánea: Una muestra cuyo tema es la niñez, e incluye obras visuales (fotografía, instalaciones, video arte,
manga) que reflexionan sobre su objeto de la forma debidamente indirecta (léase
sutil) que merece.
“I See a Woman Crying“, de la Holandesa Rineke
Dijkstra, consistía en entrevistar a un grupo de niños sobre una
pintura cubista que presenta una figura en estado de desolación (La mujer llorando, de Picasso,
1937). La entrevista mostraba en tres monitores, y sin falta de silencios
incómodos, las respuestas de los jóvenes entrevistados (de no más de diez años). En
ciertos casos sorprendentemente profundas, éstas ponían de cierta forma en duda el valor de la
experiencia y las concepciones de progreso del tipo lineal.
Si los niños realmente son profundos o simplemente somos
nosotros quienes encontramos profundidad en la información parcial me parece un tema
sumamente rico, que esta obra tocaba un poco de rebote sugiriendo más bien el primer caso, a mi
entender.
Por el otro lado la dibujante Kondoh Akino
utilizaba la animación como medio para ofrecer una reflexión sobre los límites
entre el mundo percibido y el interno, muchas veces borrosos en la mente de un
niño.
Éste fue sin
duda un tema recurrente de la exposición. La contraposición entre la realidad y la ficción
interna en un momento de la vida en el que la realidad no es necesariamente
preferible. Podríamos pensar que en casos óptimos, es menos necesaria.
El tercer museo, National Art Center, ofrecía una muestra de pinturas impresionistas traídas del Musée d´Orsay, a la cual todavía no he asistido. Sólo voy a notar que en cuanto a nuestra cultura, los japoneses parecen tener una predilección por el arte Europeo de fines del siglo XIX, que está en muchos casos influenciado por el arte oriental. Son varias las exposiciones centradas en el arte impresionista que se promocionan en las calles de Tokyo en este momento.