“La informalización y las drogas son la causa de violencia sistémica”
Entrevista a Javier Auyero
por Pablo E. Chacón
En La
violencia en los márgenes, el sociólogo Javier Auyero y la docente María
Fernanda Berti exploraron un universo social atravesado por formas de
informalización que generan una sociabilidad donde la desconfianza y el miedo
al otro provocan un sistema caracterizado por el uso de la fuerza más brutal. El
libro es el resultado de un trabajo de campo de más de tres años, de miles de
entrevistas, testimonios y mediciones en una zona del país clave por razones de
lo más diversas. Auyero es profesor de sociología en los Estados Unidos;
matriculado en The New School for Social Research, ha recibido becas y entre
sus libros se cuentan “La política de los pobres”, “Vidas beligerantes” y “La
zona gris”. Es especialista en políticas sociales. Esta es la conversación que
sostuvo con Lobo Suelto! desde Austin, donde reside.
El conurbano
ha sido una tierra de estudios para vos desde hace tiempo. ¿Qué cambios notaste
en las relaciones sociales durante los últimos años?
Creo que un cambio muy importante es
la multiplicación de distintas formas de violencia -la vinculada a las drogas, pero también a
otras formas de criminalidad-, junto a la persistencia de formas menos visibles
pero igualmente perniciosas como la violencia intrafamiliar y la violencia de
género. Al mismo tiempo, y seguramente vinculado con esto, lo que yo percibo
como cambio importante es la creciente presencia de la prisión como una
institución más en la vida cotidiana de los sectores populares -algo que, creo, no era tan relevante hace dos
décadas.
El supuesto
crecimiento de la violencia supongo no tiene una causa única. ¿Cuál es tu
hipótesis al respecto?
La multiplicidad de las
formas de violencia obedece a multiples causas, pero creo que dos fundamentales
-y relacionadas- tienen que ver con la creciente informalización y con la
expansión del mercado de drogas ilícitas. La economía de las drogas genera
violencia sistémica. No creo que sea un “supuesto” el aumento de la
violencia (en Ingeniero Budge, la tasa
de homicidios se incrementó en 780% entre el 2002 y el 2007, cuando el crecimiento
demográfico fue mucho menor). Uno no tiene más que visitar las salas de
emergencia de los hospitales públicos del conurbano para darse cuenta
inmediatamente que los más destituidos viven en un mundo más violento.
El
clientelismo, ¿debe existir
en una emergencia? A largo plazo, ¿no cristaliza ciertos modos de producción de
subjetividad?
No hay una relación de
necesidad entre emergencia y clientelismo. En momentos de mucha necesidad, se
pueden implementar políticas universalistas. Sí creo que con el tiempo, el
clientelismo genera una manera de entender la práctica política y la
ciudadanía, pero no por sí solo, sino en confluencia con otros factores -por ejemplo, con la ausencia de alternativas
políticas.
La asociación
de los pobres en Brasil, por ejemplo, donde el narco arma una suerte de
economía paralela, ¿en la Argentina no existe por la intermediación de la
policía?
No creo que en Brasil ni en
Argentina haya “economías” ni poderes paralelos, sino profundamente imbricados
con el funcionamiento del sistema político. Por eso es que hablo de una “zona
gris” donde hay interpenetraciones muy complejas entre el campo de las drogas y
el campo político -en contraposición a poderes paralelos.
¿Cómo
entender ese encadenamiento de las diversas formas de violencia si no es pensando
que existe una "internalización" en espejo al sistema de jerarquías
que articula el poder (o el biopoder)?
No trabajo con la categoría
de biopoder, pero sí con la de “gobernanza”, y creo que está operando de una
manera que (Michel) Foucault no hubiese imaginado. Madres que “voluntariamente”
concurren a la policía, a la que saben cómplice con el tráfico de drogas, para
que arresten a sus hijos porque no pueden controlar los niveles de violencia
que produce su adicción al interior del hogar. Es un orden social y político de
una perversidad y una destructividad espeluznantes.