Diálogos: Toni Negri con estudiantes chilenos


Conversación del intelectual y militante italiano Toni Negri con los estudiantes chilenos movilizados en la toma de la Casa Central de la Universidad de Chile, el Viernes 28 de Octubre del 2011.

Nos alegra mucho poder estar presentando Toni Negri acá y le agradecemos la gentileza con la que aceptó a venir a este espacio ocupado. Él nos ha pedido no dar una conferencia y que luego le hagan preguntas, sino más bien que, a partir de preguntas, él pueda hablar, y se pueda discutir, o comentar lo que los estudiantes piensen. Para ello, en primera instancia dos de nosotros haremos preguntas con el fin de iniciar la conversación y luego pasaremos el micrófono por el público. Entonces, más que pensar en qué quieren escuchar, los invitamos a pensar qué quieren pensar.


Felipe: Bueno, mi pregunta es la siguiente: en este contexto particular de una universidad tomada, que como tu viste el control lo tienen los estudiantes y las actividades se organizan desde los estudiantes, qué te parece a ti la articulación que se puede dar en espacios como estos, entre las bases, que sí tienen un cierto poder, pero que coexiste con la verticalidad de una federación que tiene sus presidentes, sus dirigentes o sus representantes, en paralelo a este movimiento.

Toni Negri: Entiendo bien el concepto de horizontalidad, es decir, es evidente que estos espacio universitarios en general se desarrollan en un terreno de comunicación, de cooperación de los movimientos. Pero en el aspecto vertical, aquel de la federación, de la organización de los estudiantes, me es bastante difícil intervenir porque no conozco la situación particular chilena de la organización de los estudiantes. En general podría decir, a partir de las experiencias que hemos visto de las ocupaciones de la universidad, a partir del 68 e incluso antes, que se sabe que las relaciones entre las “organizaciones” y el movimiento siempre han sido contradictoria. Son contradictorias porque es evidente que las organizaciones determinan un continuum, están ligadas a una determinada finalidad, tienen un telos, por así decirlo, una finalidad interior que las domina y que transforma, casi inevitablemente, las movilidades organizacionales en movilidades políticas, en dispositivos que buscan fijar. Pero es evidente que estas no son leyes generales, pueden haber alternativas, y de manera muy frecuente, ya las hemos visto. Pienso por ejemplo en los grandes movimientos de autonomía, la autonomía obrera, sobre todo, y también la autonomía universitaria o la autonomía social, en los años 70 en Italia. La relación entre las organizaciones consistía en lugares determinados: lugares obreros en las fábricas, o estudiantiles en la universidad, o sociales en los centros sociales o en ciertos barrios, etc., y todo esto tenía que ver con la dimensión vertical que eran relaciones de potencia. Es decir, a través relación vertical, las cosas enraizadas en las realidades del movimiento encontraron fuerza, potencia. Esto es la otra cara de la relación verticalidad/horizontalidad. Puede estar aquella de la que hablamos, contradictoria, un poco parasitaria desde el punto de vista de la organización horizontal, o puede haber, al contrario, una maquina organizacional que se alimenta de esa relación entre verticalidad y horizontalidad. Pienso que resolver este problema es como resolver la cuadratura del círculo, y en todo esto no hay teoría, hay practicas, hay capacidades políticas, y sobre todo arraigos de clase. Creo que cuando se sirve el interés de lo más pobres y se organiza la voluntad de los explotados, en ese momento incluso se encuentra la fuerza para resolver los problemas organizacionales, porque los problemas organizacionales siempre son secundarios, no primarios. Ahora, por ejemplo, vengo de una experiencia que he visto ya dos veces, la de los indignados españoles: allí hay un problema entre la dimensión vertical y horizontal que no está resuelto, pero sí dispuesto de una manera bien viva a partir del uso de nuevos elementos tecnológicos y de las redes sociales, Facebook pero sobre todo Twitter, que permite hacer siempre un sondeo de las bases, un sondeo continuo, instantáneo, de las decisiones a tomar. Es evidente que esto no es conclusivo. Se trata de un problema abierto y que tiene que quedar abierto.

Nicolás: Yo quería hacerle una pregunta bien situado desde este contexto de movilizaciones en Chile, porque si bien ver que estas movilizaciones tiene sus causas locales, específicas, suceden en un  contexto global en el que también hay movilizaciones, principalmente en Europa y en los países árabes. La pregunta precisamente es de qué manera se puede entender una articulación entre estos diversos problemas locales a una escala global, viéndolo sobre todo desde la perspectiva de su trabajo en torno al Imperio y la Multitud.


Toni Negri: Creo que antes de todo hay una primera definición de continuidad o contigüidad. Definición de contigüidad que no es nuestra, en realidad, sino del capital. Es el capital el que en esta fase de crisis debe reconocer las resistencias que se dan acá y allá, de maneras más o menos fuerte, de maneras más o menos consciente. Se da una relación por reacción a la crisis, sobre todo, que determina la contigüidad de este movimiento. Y como ya saben, el capital funciona siempre en función de ciclos de crecimiento, de estabilidad o de crisis. Y en los ciclos de crisis la vivacidad de las respuestas, de las reacciones, es siempre mas fuerte; reacciones populares; reacciones de clase. Pero esta es solo la primera cara de esta contigüidad, de esta continuidad.

Hay una segunda situación, un segundo momento de contigüidad, y es cuando dos elementos, la composición técnica y la composición política de los movimientos de resistencia, insurreccionales, revolucionarios, o en cualquiera de sus diferentes intensidades, llegan a establecer una pequeña combinación, a encontrarse en un momento particular. Hoy es evidente que el elemento fundamental del punto de vista de la composición técnica de las fuerzas que se agitan y luchan es sobretodo la fuerza de trabajo intelectual y cognitivo. Hay una relevancia de esta fuerza de trabajo cognitiva que es, de hecho, tendencialmente -y insisto sobre la tendencia- hegemónica a nivel del capitalismo hoy, y que es evidentemente protagonista en la organización actual de la resistencia. Y es entonces la fuerza de trabajo intelectual, cognitiva, que está hoy día en el centro de las resistencias que se determina. Todo esto es valido para esta época, en todos lados, y pienso que acá, en Chile, en este país tan extraño, en el cual, como decíamos esta mañana hablando con otros camaradas, por un lado hay un nivel político tan atrasado, tan loco y extraño, un neoliberalismo que realmente fue inventado en la universidad de Chicago y que se aplicó de una manera chocante, como probablemente solo aquí (es un país único de este punto de vista Chile), y por otra parte, al contrario, hay un gran desarrollo de la fuerza de trabajo intelectual; una madurez de las reacciones cívicas antes que de clase, cosa que resulta sumamente interesante. Entonces la relación entre lucha local, lucha situada, y horizonte general de las luchas a nivel global, de las luchas multitudinarias si quieren, encuentran, siento y estoy bastante convencido de ello, homogeneidades profundas, si bien hay una ausencia de organización a nivel global. Y hay que insistir sobre esta homogeneidad. Por ejemplo, es evidente que pasados los ciclos de lucha que hubo entre el 2000 y 2001, contra la Apec y que hubo en Seatlle o en Genova, todas estas luchas neoglobales o alterglobales, como quieran llamarlas, ahora tenemos ante nosotros otras luchas con una homogeneidad bastante particular. Y hay que hacer atención en ello, porque ¿qué es lo que une, por ejemplo, las luchas de los países árabes, del mediterráneo, con las luchas de los estudiantes chilenos? ¿o la lucha extremadamente violenta en Grecia con el movimiento sumamente potente pero no violento como el que hemos visto en España? ¿qué es lo que junta la manifestación difusa que pasa a través de los sindicatos, que a veces son completamente autónomos, como en Italia o Francia, con la lucha feroz, extremadamente violenta de los Ryots en Grecia? Estas son cosas que ahora empezamos a ver bastante claramente. Y la homogeneidad es aquella de la que hablábamos antes, fundamentalmente la unidad en la composición técnica, es decir, de la fuerza de trabajo intelectual. Y ésta también se encuentra en los países del mundo árabe. En Túnez, por ejemplo, hay un nivel cultural impresionante. Si ustedes piensan, hace solamente una decena de años los grandes patrones neoliberales, neoconservaores americanos, llevaban su campaña contra la “barbarie” islámica y árabe ¡Y era una locura! Se trata de gente formidable. La educación primaria y secundaria funcionó. Y funcionó en dos sentidos: comunicando un saber y educando a la crítica de ese saber. 

En la relacion entre esta nueva estratificación de clase en la que no está ya solamente la clase obrera, sino también las capas más pobres, mas sufrientes de la clase media, hay clases intelectuales que son relativamente independientes de las condiciones económicas en las que se desarrolla la crisis hoy. Todo esto determinó un nuevo conjunto explosivo, y es sobre esto que hay que trabajar desde un punto de vista político. Estamos al principio de un ciclo, no al final.

Raúl: La pregunta es la siguiente, cual es su opinión frente a la tensión que hay entre lo social y lo político en el movimiento actual. Es decir, si según usted, en este momento, que es un momento cúlmine, debemos seguir dentro de un movimientismo, dentro de una esfera solamente anclada en lo social, o si damos un salto a lo político, en el sentido clásico del término.

Toni Negri: Bueno, ese es un problema central. Pero yo creo que hay que tener mucho cuidado en la palabra "política". Porque lo político no es solamente el estado, lo público, lo representativo; política profesional; política moderna. La modernidad definió lo político en tanto que poder representativo trascendente. Y hoy cuando hablamos de lo político, incluso de composición política, siempre hay que tener en cuenta ciertas hibridaciones entre lo social y lo político. Lo político no es independiente. Pienso que hoy la característica de las luchas contemporáneas, de las luchas que empezaron con la primera fase altermonidalista, neoglobal, etc., al principio del siglo XXI, y luego este enorme ciclo de luchas contra la crisis que hoy estamos viviendo, realmente han comenzado a redeterminar el terreno de lo político. A redeterminarlo en el sentido de poner lo político como algo que es completamente anterior a lo social. Siento siempre muy abstracta la pregunta sobre el paso de lo social a lo político y me pregunto cada vez más y con más fuerza, qué es lo político que se encuentra dentro de lo social. ¿Cómo se hace para expresar esta necesidad de comunidad, de acción conjunta, de igualdad, de libertad, al interior de la comunicación, al interior del trabajo, al interior de la educación? (los problemas de la educación, los problemas del saber, los problemas de la salud y, en fin, todos los otros problemas, son problemas que tenemos que considerar desde dentro). ¡No tenemos que esperar un cambio de gobierno para hacer las cosas! Y justamente entonces, tenemos que hay una nueva forma de hacer política que no es metodológica, que no es un problema de método: pasar de lo social a lo político, pasar del sindicato al partido, pasar de la lucha generalizada, a veces espontánea, etc. a la lucha electoral y representativa; ¡No!. El gran problema hoy es el de empezar a pensar cómo se pueden determinar nuevas formas de vida en común. Y como nosotros mismos podemos educar para tal fin. Y para que este discurso no parezca utópico o moral quiero subrayar un hecho fundamental: el trabajo ya es común. Y cómo: las formas en que se trabaja hoy, desde un punto de vista intelectual, son formas en las que el conjunto, la comunidad, la socialización del trabajo, viene antes de la organización capitalista de esta comunicación; de esta asociación; de nuestra cabeza; de nuestro trabajo intelectual, cognitivo. La comunidad viene de antemano en el trabajo, así como en la vida, donde hoy en día es prácticamente inimaginable pensar en un vida que no esté llena de todas estas virtudes, pasiones, estos afectos que son fundamentales en nuestra vida común actual. El capital hoy día explota, no al trabajador singular, sino al conjunto de los trabajadores; El capital está restringido, está enfrentado a lo que es la composición del trabajo. Entonces, eso es: lo social es mucho más importante de lo que fue y lo político mucho menos importante de lo que fue.

Francisco: Yo quería preguntar sobre el problema de la violencia. Por lo que entiendo, usted saca de escena la posibilidad de competir militarmente con la concentración de fuerzas presente en el imperio, los métodos de dominación, por lo que la forma en la cual la multitud se hace de la violencia y supera el problema es convirtiéndose en fuerza política. Acá en Chile lo que tenemos, desde mi punto de vista, es que este tema se ha problematizado en el movimiento estudiantil del presente año, porque ha sido empujado a la violencia por la represión del gobierno, y el monopolio de los medios de violencia se ha mezclado con el monopolio de los medios de comunicación, de modo tal que como el movimiento se mantiene en una fase espontánea. Finalmente lo que ocurre es que el movimiento se ha visto estancado en este problema, ha sido impopularizado frente a la opinión pública, y no encuentra una forma de hacerse cargo del problema, diseñar una estrategia que le permita oponerse al gobierno.


Toni Negri: Bueno, sabemos que la violencia es un elemento fundamental de lo social y lo político. Solo no hay violencia cuando somos libres de no trabajar. Cada vez que trabajamos sufrimos la violencia o la ejercemos. Nosotros, los viejos autonomistas en Italia, por ejemplo, priorizamos durante años el rechazo del trabajo como posibilidad de liberación, de emancipación del hombre, y incluso llegamos a preguntarnos hasta qué punto el comunismo no era eso: la liberación del hombre del trabajo. Entonces, la violencia no es solamente la violencia física del Estado. La violencia es un contenido sistemático y pleno de nuestra existencia. Pienso que a cada violencia hay una resistencia que se opone; a cada violencia en la vida, hay una resistencia que se le opone a ello; y el Capital es siempre una relación: si el capital o el patrón no llegan a través de la violencia a imponer un determinado salario a un obrero, a su trabajo viviente, el Capital no existe más. Hay una relación de violencia ahí. No se trata de que esté intentando evitar su pregunta. Solo quiero decir que esta se vuelve importante cuando se verifica todo el resto de la violencia social y de la resistencia social. Hablar de violencia simplemente es hacer extremismo. Hay que hablar de violencia siempre, todos los días, alrededor de cada acción social en la que estamos implicados, y resistir en todo momento. Solo cuando hemos hecho eso se puede comenzar a hablar de violencia, esa violencia dura, esa que significa muertos, derrotas y también victoria. Pero, ¿para qué? ¡Para construir un mundo sin violencia! Entonces, para mi, hablar del problema de la violencia es necesario, pero creo que cualquier persona que haya hecho política seriamente, sobre todo a partir de los movimientos, cada vez que se encuentra frente a la represión -y la represión es un mecanismo prácticamente normal en la vida política-, comienza a plantear de una manera abstracta el problema de la violencia. ¡Y hay que tener mucho cuidado!. En los años 60, por ejemplo, es evidente que en Europa, en Italia, en Francia, en Alemania, hubo decisiones sobre esto, en el terreno de la violencia, que fueron profundamente erradas ¡incluso yo! Y yo creo que ya superamos los problemas en los términos en los que estaban planteados en los años 60, y los superamos comprendiendo justamente la potencia, más que la violencia, que es necesaria hoy para desarrollar lo que decíamos antes, lo social contra lo político: abrir verdaderamente nuestra lucha, nuestra capacidad de organización a otros sectores, a otras fuerzas sociales. Todo esto no para evitar la violencia, sino para llegar al enfrentamiento violento organizado y capaz de reunir a la sociedad que trabaja, a la sociedad que sufre, en la lucha.

Mauricio: Yo voy a cambiar un poco de tema pero sigue en la línea de los temas de violencia y movimientos sociales. A mi parecer, lo que pasó en Libia hace poco demuestra como algunos movimientos sociales de muchos países fuera de Europa son ocupados, por la misma OTAN en este caso, para exportar modelos de democracia –y si bien ahí también esta el petróleo– hacia otros países. Así, los movimientos sociales son visibilizados, mostrados, salen mucho en Facebook, en Twitter, pero a la vez, eso sirve, por ejemplo, para que la OTAN dijera “entonces vamos a intervenir Libia para defender los derechos humanos”, logrando así derrocar gobiernos que no quieren e imponiendo su forma de democracia. La pregunta entonces es cómo los movimientos sociales pueden responder a eso.

Toni Negri: Es evidente que hay que saber mirar bien las cosas, una a una. Como decíamos antes, hoy en día no hay aún formas políticas globales de respuesta, de resistencia; hay homogeneidades profundas en los comportamientos sociales, pero no formas globales políticamente efectivas. Entonces, el modelo de intervención represivo, de reequilibrio global, es un modelo que tiene diferencias formidables, fundamentales, y ese es un terreno de estudio y análisis aún abierto. Si se toma por ejemplo los tres países en los que hubo revueltas profundas: Túnez, Libia y Egipto, tenemos tres formas de rebelión, diferentes conceptos de democracia y así también diferentes modelos de represión, de intervención. En Túnez vimos lo que llamamos la vía turca, es decir, una reorganización de fuerzas islámicas moderadas, un poco como el modelo de las democracias cristianas en Europa a finales de la Segunda Guerra Mundial; en Libia hubo una intervención militar extremadamente dura, y probablemente veremos una guerra civil muy larga; en Egipto tenemos una situación diferente, en el sentido de que en Egipto el ejército no constituye solamente una fuerza militar, sino que es también una capa social, una especie de clase media pudiente en los negocios. Entonces, el problema es mirar siempre con mucha atención lo que son los equilibrios globales, justamente en función de la ecuación que usted planteó, esta ecuación de recuperación que se da en situaciones diferentes.

Pienso que en Europa la situación siempre es más homogénea a nivel de la resistencia y de los medios de reorganización; de represión y de reequilibro capitalista en la zona. En Europa se hace evidente que el problema toca inmediatamente a la forma del gobierno, a su forma democrática, a la representación política: es el problema de la representación, tal como fue planteado en la tradición moderna, lo que en Europa está en Crisis. Es una crisis constitucional, una crisis profunda que alcanza todas las fuerzas políticas, tanto las liberales como la fuerza política de los movimientos, y no me refiero a la izquierda, porque en Europa, al menos, la izquierda es algo que no se llega fácilmente a definir. Y como saben, los partidos en Europa siempre han funcionado de dos formas, por un lado como asociación de ciudadanos, y por otro como órgano del Estado, la forma estatal por excelencia, constituyente de la decisión política a través de las alianzas o incluso directamente. Esta doble forma de la constitución política de los partidos está hoy en crisis, en una crisis profunda; el fenómeno asociativo y el fenómeno de la participación en la acción política y en la decisión política es hoy inexistente. Es eso lo que rompió y rompe, de una manera acumulativa, la posibilidad de transmisión de la voluntad popular hacia el Estado. 

Alfonso: Bueno, mi pregunta es más concreta y aplicada al caso Chileno. Se trata de saber donde pondría usted las prioridades en la articulación de los actores de nuestro movimiento social. Porque sucede que de un lado tenemos a los universitarios, por ejemplo, que dependen principalmente del Estado, los secundarios, que dependen de la municipalidad, y luego los trabajadores, con un nivel de sindicalización prácticamente inexistente. Y todos estos conviven en la búsqueda de mecanismos de lucha y de presión a un Estado donde las personas que gobiernan vienen de una tradición golpista, y donde en la llamada oposición tenemos incluso a una Democracia Cristiana que ayudó a pavimentar el camino a la dictadura. Entonces, repito, mi duda va con respecto a las prioridades de la articulación social dentro del movimiento y sus distintos actores, así como con los mecanismos de lucha y presión al gobierno; cómo mantener activo un movimiento en estas condiciones; cómo verlo a largo plazo.

Toni Negri: Es evidente que no te puedo responder a esa pregunta. A lo más puedo intentar trabajar alrededor del discurso que usted esboza. Los problemas de la organización de las luchas en Chile no es un problema de los chilenos, sino de la gente que trabaja en los movimientos, la gente que decide y hace las cosas. Yo no soy quién para dar consejos, y ni siquiera consejos, sino intentar comprender lo que significa luchar en una situación como Chile. Pero es evidente que el hecho de que en el gobierno existan elementos golpistas, una tradición reaccionaria -y la particularidad misma de haber sido el país Schok de los Chicago Boys-, que todo eso determina dificultades enormes para el movimiento. Pero no creo que haya un atajo para esta situación. La única manera de transformar este país, al igual que todos los países que están en una situación análoga, es construyendo articulaciones políticas, militantes; reunir los obreros y los estudiantes; reunir a las mujeres y a los hombres; construir programas, imponer programas que no sean simples transformaciones tranquilas del orden social existente. ¡Hay que tener una imaginación revolucionaria hasta el final, en el trabajo de todos los días! Cuando eramos pequeños a nosotros nos decían “para construir una organización tienen que ir delante de las fabricas”. Y eso es lo que nosotros hicimos durante 20 años antes de intentar tocar el poder, luchar contra el poder directamente: estuvimos 20 años frente a las fabricas, cada mañana a las 5. ¡Eso es hacer política! ¡Eso es construir mayorías! ¡Eso es construir fuerzas, potencias! Entonces yo creo que hoy estamos frente a un problema fundamental, y es el problema de discutir las nuevas formas de representación, las nuevas formas de participación. No podemos permitir más que la prensa esté en mano de los patrones, toda, toda. ¿Qué significa hoy la libertad de expresión? Porque este es un gran principio democrático... ¡No significa nada! Yo no sé, pero mi abuela comprendía hace ya algunos años que hablar de libertad de expresión cuando no poseíamos los medios para expresarse era folclore. Y hoy nos encontramos en la situación contraria en la que la corte suprema de Estados Unidos permite, con una sentencia dada, hecha, viviente, a todos los capitalistas dar toda la plata que quieran a los políticos para defender el free speech, es decir el derecho de expresarse. No hay limites de financiamiento. ¿Y qué es eso? Hay que tratar bien este problema. ¿Cual es el problema de la libertad de expresión? Hay que ir a los diarios mismos, hacer propaganda, romper esta situación que es indigna de los derechos del hombre ¡Eso es construir una perspectiva en la cual hablar de los grandes principios de la libertad, de la igualdad, de la verdad, de la democracia, pueda tener un sentido!

Daniel: Mi pregunta va en cómo ve usted la relación del poder burocrático con lo que está pasando en la actualidad. Cómo diría usted que se va a mover la burocracia frente a los procesos sociales hoy internacionales, desde el caso chileno hasta los movimientos árabes.

Toni Negri: Bueno, no sé. Le puedo contar como han reaccionado en otras partes; no conozco las particularidades de la democracia chilena. Sé que es muy Alemana en su comportamiento ¿No? En fin, tenemos, por ejemplo, que en otras partes, han hecho leyes para impedir a los movimientos organizarse. Otras veces han hecho directamente leyes para reprimir el movimiento. Otras, por el contrario, han hecho grandes reformas, de la Universidad por ejemplo; en Francia, en 1968, la reforma de la Universidad fue extremadamente profunda y costó una enorme cantidad de plata al Estado. Otras veces, como en Alemania, la repercusión del 68' fue la “Constitución de los Hombres Libres”: zonas en las que se podía ocupar los departamentos, vivir una vida independiente, etc. y esa es la base a partir de la cual el partido verde se organizó. Entonces, las formas en las que se puede esperar las respuestas están completamente ligadas a las formas del movimiento. La decisión no es jamás independiente de la relación de fuerzas, y eso nos permite entonces volver a la pregunta sobre Chile y sobre la cual no puedo, evidentemente, intervenir.

Nicolás: Actualmente, en el sistema de educación superior chileno, alrededor de 2/3 de los estudiantes están siendo formados en instituciones de educación privada. Entonces las reivindicaciones del movimiento estudiantil van en dos direcciones: una es que los recursos estatales sean dirigidos únicamente a las universidades estatales, que estarían dentro del concepto de Derecho Público; la segunda opción que se empieza a debatir es la idea de que incluso las instituciones de educación privada puedan percibir recursos públicos, pero solo en la medida en que no lucren y cumplan con determinados parámetros, de democratización, etc. Entonces, lo que yo quería preguntar es por las implicaciones que están detrás de reivindicaciones como estas; si es que detrás de ellas puede que se exprese una política de lo común.

Toni Negri: Estoy totalmente convencido que este tipo de reivindicaciones o de objetivos de lucha son correctos. Estoy igualmente convencido que el reequilibrio entre privado y público, tiene que ser un reequilibrio en el que el principio de igualdad principalmente, sea llevado hasta el fin. Pero esto no significa pensar que a través del Estado haya una cierta igualdad asegurada. Entonces tenemos que comenzar a pensar a fondo la participación de los ciudadanos en la gestión de los bienes públicos. Ese es el problema hoy, y no el de reestablecer lo público: ¡ese otro es el problema al que los Chicago Boys nos restringieron! Hay que convencerse de que el Estado Nación no es más un Estado Público. ¡El Estado Nación se acabó! ¡El Estado público se acabó! Actualmente las grandes unidades de evaluación han bajado la nota a Estados Unidos, y no solamente a Grecia, a España e Italia. Hoy día la única defensa que tenemos es la posibilidad de avanzar en el frente de lucha; la participación. La democracia no es más una democracia representativa, y por eso debe ser reorganizada, tiene que renacer, y tiene que hacerlo de maneras cosmopolitas, inevitablemente. Pero en Europa la gente se entretiene, a pesar de todo, mirando a Berlusconi que es llevado como un perrito por los alemanes y sus agencias de empleo. Y por otro lado Sarkozy se divierte porque la pobre Merkel es tratada de la misma manera. Y no es porque Berlusconi haga de bunga bunga que se le trata así; se le trata así porque es en eso lo que se ha convertido el Estado Nación: en el intermediario simple del comando de las finanzas. Y entonces, o nosotros tenemos la capacidad de reinventar las formas de asociación, incluso las grandes formas de asociación, los macro-organismos en los que la gente se junta, se asocia, construye política, construye su destino a través de la participación, a través de una democracia profunda, o de otra manera seremos siempre los esclavos de esta reorganización capitalista crítica, cansadora, que no llega por sí misma a desarrollarse. Entonces: ¡¿cómo hacemos?!

Muchas gracias.