Entrevista a Diego Rauz

CEO de una de las empresas más rentables del país y uno de los genios que alumbró el actual boom informático

Domingo a la tarde, Diego Rauz, gerente de ventas de Tech-te-let, una exitosa micro-empresa de tecnología informática, atiende a Lobo en su despacho, entre algunas latas de cerveza y pelotitas de ping-pong. Mientras acaricia su larga y no del todo higiénica barba, Rauz habla pausado, sosegado, displicente... con un ritmo algo más lento de lo habitual... aletargado. Su mirada suele perderse en el horizonte, allí donde suele ir a buscar ideas geniales e innovadoras. Así, este introvertido profesional condujo a Tech-te-let al primer puesto en diseño y ventas de Tecnología informática menor a domicilio, un mercado que hoy su empresa domina a conveniencia. Con música electrónica de fondo, nos ofrece un almohadón para que nos pongamos cómodos, y mientras juguetea con una pelotita de goma ecológica anti-stress, comienza la charla...
LS: Notamos que su empresa no es muy ortodoxa... nada es muy ordenado y sobrio... hay música, sofás y juegos en todas las oficinas... no parecen estar pasándola mal... ¿cómo entienden hoy ustedes el trabajo?


DR: Para nosotros, para nosotros el trabajo es jugar... y yo quiero seguir jugando... Si te aburrís en el trabajo es un garrón y nadie querría hacerlo. Así que nosotros buscamos la forma de divertirnos al mismo tiempo que cumplimos con nuestra tarea y producimos valor. Por ejemplo, todos nuestros empleados tienen derecho —te diría más, la obligación—de jugar al menos una hora diaria con la Play-Station. Quizá en el momento del almuerzo, o algunos llegan más temprano para jugar un rato a la mañana que la consola está más libre. También tenemos nuestros momentos liberados para contestar correos electrónicos y mensajes de texto. Bueno, pensá, nos tenemos que distraer: muchos entramos acá a las nueve de la mañana y nos vamos a las ocho o diez de la noche... y estamos todo el tiempo al palo, conectados, mirando pantallas...

LS: ¿Y a usted no le preocupa esta conexión continua, los efectos que puede producir en los trabajadores ese tiempo y dinámica de trabajo?

Un agente de Tel-te-lech en plena gestación de una idea innovadora.
DR: Sí, claro, como no me va a preocupar si yo soy uno de ellos, de los “afectados”. El enemigo acá no es tanto el aburrimiento como el burn-out, la quemadura de la bocha. Al principio solía negárselo, como si no existiera, como si fuera problema individual de cada agente. Pero ya hace un tiempo que es evidente que si no gestionamos bien nuestra vida y nuestro tiempo de trabajo la cabeza termina por estallar. Este no es problema menor para quienes trabajamos en este tipo de empresas… ni para los accionistas porque las pérdidas por licencias médicas y por juicios laborales por afecciones de salud son muy grandes. Aquí hemos desarrollado todos estos dispositivos que te contábamos y casi lo hemos neutralizado. Hay que aprender a vivir el día, hay saber descubrir las micro-felicidades.

LS: Es decir, proponen micro-felicidades para conjurar la quemadura de cabeza…

DR: Bueno, no sólo eso. Hemos desarrollado estos años diversas estrategias de (auto)cuidado, que van de talleres de prevención a la adicción al ordenador, es decir, una asistencia a aquellos que no pueden despejar su cabeza del trabajo, que no pueden alejarse de la máquina en ningún momento del día, hasta talleres de Reiki y relajación veloz. También podría contarte sobre los cursos y talleres semanales del Programa de Distracción Asistida: hay talleres de Salsa, de dibujo japonés con tina vegetal, de cocina mediterránea, de percusión africana, de boxeo virtual, de literatura contemporánea…Y te estoy nombrando solo algunos. También está el gimnasio de uso libre y medido, la sala de proyecciones con videos y películas… Incluso, te digo más, no nos oponemos al uso de moderado de cannavis sativa con fines recreativos (varias investigaciones que hemos financiado han demostrado que un trabajador fumado no sólo es algo más dócil y agradable al trato, sino sobre todo es mucho más creativo). Súmenle a todo esto que organizamos salidas todos juntos, sobre todo a boliches o a pubs alter office. Somos, en el fondo, un grupo de amigos. Acá todo lo que hacemos lo hacemos por nosotros, por quienes trabajamos acá: nadie nos puede decir que no nos ocupamos de nuestra propia felicidad.

LS: Y así y todo, ¿ganan plata?

DR: Sí, claro... nuestra empresa es primera en diseño y ventas de tecnología menor a domicilio, lo que nos reditúa alrededor cincuenta millones de dólares anuales. Nada mal para una empresa con pocos agentes... quiero decir, en realidad, un puñado de socios. El trabajo se completa con personal externo... más de doscientas motos en la calle... mecánicos, profes que dictan talleres, asistentes de higiene, etc. Todos entran y salen. Hay movimiento incesante. Todo fluye y conecta (de algún modo u otro). Hay creación. Hay vida, ¿ustedes lo pueden ver? ¿lo sienten?
 LS: Sí, sí, aunque todo es un poco extraño, una disciplina algo particular…

DR: Claro, es justamente eso lo que acá no nos cabe: la disciplina, que nos digan cómo tenemos que ser, qué tenemos que hacer, cuándo. Acá nos ponemos nuestra propias reglas, qué se puede hacer y qué no, cuándo sí, dónde sí. Tenemos espacios adecuados para fumar (está el smoking place) y espacios adecuados para descansar (o noni site). Si alguien necesita gritar o saltar o llorar, ¿por qué se lo vamos a prohibir? Después del estallido (dijo una vez un filósofo que vino a dar una charla acá… me olvidé de decirles, pero hay un taller muy activo de filosofía, del que todos participamos y una vez por mes viene algún filósofo reconocido a dar una conferencia); después del estallido, decía él, la comunidad. “Después del estallido, la comunidad” significa la imposibilidad de distinguir los espacios del trabajo, del cuidado, del afecto, de la amistad, de la diversión, de la creatividad… de la vida, decía él. Por lo tanto, debemos hacer germinar la propia comunidad en el trabajo.

LS: Es en ese marco en el que te decidiste a ser empresario… ¿Cómo se fundó esta empresa?

Un agente en pleno proceso productivo
DR: En mi caso, yo estudiaba en el colegio humanista alemán de Olivos, en el reconocido Zur kritikder hegelschen rechtsphilosophie, y a los 14 años me convocó Microsoft Argentina para una pasantía. Colaboré tres años con ellos, hasta que con un amigo se nos ocurrió la idea: armar un grupo en Facebook que se llamara “Yo quiero ayudar al Diego a que tenga su empresa”. No sé si porque los argentinos tienen una debilidad por el sinónimo local de Dios o porque el azar más puro así lo quiso, pero la gente se empezó a sumarse al grupo (en aquel momento, recuerdo, competía con aquel otro que se llamaba: “Echemos al hijo de puta de Posse del Ministerio de Educación”) y empezó a donar plata: que un peso, que un peso; que cinco pesos, cinco pesos; que alguien tradujo (nadie sabe quién) el nombre del grupo al inglés (“I want to help Diego to take their enterprise”); y pegó. Que un dólar, que otro dólar, que cien dólares. Aprovechamos y lo tradujimos al alemán (dado que era el idioma que teníamos a mano): “Ich möchte helfen Diego für Ihr Unternehmen treffen”. Y así durante un tiempo, corto, pero para cuando terminó, ya teníamos fundada la empresa y en funcionamiento. Y lo que vino después fue un torbellino de éxitos. En síntesis, como dice Osho, toda la verdad de la vida se reduce a una buena idea, a una sola. Después, el resto (cómo gestionarla, como mantenerla, como sacarle máximo provecho). Bueno, también, quizás, se requiera algo de suerte.

LS: Nos llamó la atención el slogan de la empresa: “Otro mundo es posible”, ¿por qué lo eligieron?

DR: Nos gustó, nos pareció que hablaba de nosotros, de nuestros ideales, de nuestros deseos, de nuestra ganas de vivir en un mundo que es real por virtual y virtual por real; y, por eso mismo, ya es otro. “Tech-te-let. Otro mundo es posible” surgió mientras mirábamos Lost, cuando la estábamos fundando. Ahí nos dijimos: “Qué flash no… pegó mal o hay otro mundo posible. Con sus tiempos, con sus paisajes, con sus leyes, con sus formas de vínculo. Un mundo posible pero que nadie puede hallar a menos que explícitamente se lo proponga”. Y así fundamos esta familia, una comunidad como la de Lost, una isla que, con sus modos, busca sobrevivir en conjunto. Como allí, todo aquí dentro se reduce a aprender a cooperar con el otro como regla mínima de supervivencia.

LS: Para ir cerrando, ¿cómo ven el futuro? ¿Creen que podrán seguir sosteniendo la performance de su empresa, sobre todo en un marco que muchos empresarios llaman de inseguridad empresarial y de improvisación estatal?

DR: Mirá, ni idea. A nosotros nos va muy bien. Las peleas son algo teatrales, como si se pelearan para decir “acá estamos”, “defendemos esto o lo otro”, “tenemos estas ideas”, “estos son los malos y nosotros los buenos”. Nosotros estamos muy lejos de eso. La realidad está muy lejos de eso. A veces nos parece que son todos iguales. Son un mundo, que está ahí, con el que podés interactuar, pero que también podés ignorar. Es verdad que alguna medida puede afectarte (alguna cuestión impositiva o alguna ligada a la supervisión y al control). Pero la verdad es que, en lo fundamental, está todo dicho. Las reglas posta del juego no las manejas. Las reglas son las que ponemos en funcionamiento acá adentro basadas en una regulación más general, global. Además, si preguntas acá adentro, muchos no tienen idea de quién es el Ministro de Economía (bah, ni yo me acuerdo). Y ni hablar del de Salud o Educación. Ellos en su mundo y nosotros en el nuestro. Somos nuestro propio Avatar. Este es nuestro Metaverse para nada menos real que el de ellos. O, lo contrario, ellos viven una realidad virtual algo torpe y anacrónica, e inaccesible para nosotros.

LS: Así y todo, en el plano comercial les va bien…

DR: Sí, claro. Nosotros vemos que se mueve mucha, mucha guita. Si ese es el parámetro de éxito, no veo quién lo puede negar. Con el diseño de pen drives Bicentenario vendimos muchísimo en la primera mitad del año: todos querían regalar uno. Fue nuestro aporte a algo muy groso que pasó. Y desde el año pasado comenzamos a exportar a nuestros diseños a China y a México. Una alta movida. Ahora estamos con el proyecto de amar un mouse inalámbricos –con MP4 incluido– con forma de quena. Estamos pensando en el mercado boliviano y peruano: “el ratón del altiplano”, se va a llamar. Esperamos tener suerte, man.