Caetano y el cierre del Bicentenario



Era una foto por lo menos rara la de Caetano Veloso de ese afiche. Unas pocas semanas antes en esa misma esquina había estado el anuncio del show en el Rex. Daba entonces una primera sensación de deja vu, de extrañeza; pero la foto misma parecía fuera de lugar: estaba solo con la guitarra y con la expresión de quien fue tomado desprevenido -el ángulo y definición de la imagen hacían pensar en la captura de una cámara digital o incluso de un celular. Y el marco escéptico, despojado, de la estética macrista: el amarillo característico y un globito arriba a la derecha (donde parecía enfocar la mirada vacía del retratado) que decía “cultura”. Caetano ya había dado sus recitales anuales de rigor presentando su último disco en el Rex: el público porteño que lo adora, que lo considera “un genio”, había dado muestras de su fidelidad soportando estoico un recital completo en el formato rock modernoso que adoptó luego de separarse de Jaques Morelembaum y asociarse al grupo de amigos de su hijo (Moreno Veloso). “Este Caetano me pone los pelos de punta” decía hace unos años Darío Grandinetti en Hable con ella de Pedro Almodóvar. Era el año 2002, en plena crisis Barcelona era la solución europea a los problemas argentinos, y Caetano era el centro de una escena rodeada de “guiños”: “Rucucucucú paloma” canta mientras en el público aparecen como actores de reparto Fito Páez y Cecilia Roth. Unos años antes había comenzado su consagración como ícono latinoamericano cosmopolita con Circulado Vivo y Fina Estampa (con sus respectivos discos en vivo) y luego con Livro. Este último coincidente con la salida de su pretencioso pero muy buen libro Verdade Tropical.

Pero volvamos al afiche. Ya había dado su show, había hecho dos Rex, había salido después del show el hombre cordial a regalar a sus estoicos adoradores un par de canciones, él y su guitarra, había parado los pelos de esos miles de Daríos Grandinetti… había hecho, en fin, lo que hace ya hace algunos años con el publico porteño… ¿Qué volvía a hacer ahí en ese afiche? El gobierno porteño había visto aquella escena de fascinación y generosidad de los vecinos de la ciudad, habían tomado nota y trataban de aprovechar la corriente de simpatía. Caetano -a diferencia de Gilberto Gil (su viejo compañero bahiano con quien cayeron presos y fueron al exilio) quien fuera Ministro de Cultura del gobierno de Lula por varios años-, quien acostumbra ser un destacado opinador en los medios de comunicador brasileños, ha señalado ya, como lo más positivo de la llegada al ejecutivo de Lula, el hecho de que de una vez por todas esto iba a permitir que el PT dejase de ser el soporte del viejo mito de la clase obrera como redentora. Sin compromisos con la izquierda ni con el gobierno, Caetano ha elegido renovar sus propuestas estéticas constantemente: ha elegido el eclecticismo como forma de llevar su madurez intelectual y su vejes musical.

Entonces, lo invitó el gobierno de la ciudad autónoma de buenos aires para el 1 de Mayo, coincidente con el fin de semana “fuerte” de la Feria del Libro, a tocar en los bosques de Palermo junto a Sandra Mehanovich y Tania Libertad y le entregaron un premio como huésped de honor. Todas las crónicas del evento son fantásticas en la descripción de la relación de Caetano con su público (de Clarín a Página/12). No vale la pena volver sobre esto ahora. Pero hoy a horas de terminados los festivales del 25 de Mayo, tan próximo en el tiempo… la foto apurada, él descolocado, agarrado a una guitarra que no toca mientras pregunta con una mueca, a alguien que se encuentra fuera del cuadro, que qué dicen... Pienso en Fito Páez, menos de un mes después, cerrando el Recital del Bicentenario. Estaba cantado, ¿a quién invitar de Brasil?

Heredia, Gieco, Fito. No sé que sentido tuvo esta progresión, pero fue la de los anfitriones del recital. Siguiendo la lógica imperante en la propuesta, le hubiese correspondido cerrar a Charly. Fito-Milanes era en realidad Charly-Sosa. Pero no pudo ser… Fue el cierre de la era de recitales que venía de los noventa, que había tenido su momento intenso de conformación como “dispositivo” el 1996 en la marcha por los 20 años del golpe (y luego reproducido hasta el cansancio por los diferentes gobiernos de la ciudad) [En aquel acto además de ingresar una nutrida y ruidosa columna de hijos, fue también ocasión de un discurso de Hebe de Bonafini llamando a la militancia barrial]. Fito-Caetano hubiese ensamblado bien.[ En lugar del errático Juanse que vagó por el escenario (gigante el escenario!), se trepó a una columna (el miedo a que le pasara lo de River con los Guns! Que se cayera, que se quebrara una pata!) e hizo de pomelo].

Fue, finalmente, Fito-Fito. Que se brindó a si mismo un homenaje, de esos que se prodiga cada vez que sale a escena. La megalomanía orquestal de la propuesta va de maravilla con el arte total propuesto por el gobierno. La idea repetida y proyectada en la imagen gigante de él haciendo de director de una orquesta imaginada, de espaldas al público, agitando los brazos dramáticamente: El caso Fito. Con su multiplicación infinita de recursos todo está dispuesto para ver al actor! Esto es notorio en el recurso obligado de modificar las melodías, in situ, puro arte presente. La escenificación del transe creativo presentificado en los fraseos improvisados reinventa las canciones, las vuelve a la orbita de la soberanía del creador; y al mismo tiempo que las consagra en cada actuación monumental, dando lugar a la posibilidad del rito colectivo, la melodía se mantiene oculta para todos salvo para él. ¡El mago de las palabras-talismán!

La música había empezado a dejar de ser lo central, desplazada por las orquestas y bandones, y súper presentaciones en vivo, etc. ya desde el disco que siguió a El amor…, Le siguieron la pasión por la reversión mediante el ya mencionado recurso de la modificación de las melodía (véase Euforia). El piano ni hablar, es apenas un poco más que parte de la escenografía. Le siguieron las letras largas, como de un tipo que te habla y te tira la justa, con Sabina por ejemplo. Y finalmente por las largas letras, sin melodías, con una voz casi hablada, dando imágenes sobre la argentinidad o contando en primera persona una historia de amor; todo esto dividido por sucesivas modulaciones que establecen momentos diferentes como en una opera.

Así, en sus primeros treinta se despidió de la música como actividad principal y sacó una película bastante buena con guión de Alan Pauls, Vidas privadas. Desde entonces Fito ya tiene un público formado que le permite sacar un disco y presentarlo dignamente y rentablemente, sin que su oficio sea nunca un problema. ¿Qué dice él sobre lo que hace? Menciona estilos, referencias musicales, influencias, instrumentos, orquestaciones, etc. que se encadenan eclécticamente. Soporte sonoro y escénico de una biografía personal. Tal la pócima descrita anoche [seguir por Youtube por favor]: “Ésta canción que viene ahora está buenísima, no parece mía [voz aflautada a lo Spinetta]. Creo que tiene algunas de las cosas que tuve la suerte de escuchar en mi casa en Rosario que mi padre me hizo escuchar hace muchos años. Y están por allí los acordes de Astor. Están por allí las melodías floridas de Virgilio Esposito, están por allí también los acordes de Mc Carney, y todo eso, por supuesto, comandado por la mente extraordinaria y maravillosa de Charly García… no? Tumbas de la Gloria...”.

En fin, todo este recorrido simplemente porque no entiendo cómo es que se eligen tipos cansados, retirados de sus oficios, descreídos de sí mismos, para colocarlos en el centro de la escena haciendo algo que ya no hacen con autenticidad hace años, para que todos nos sintamos identificados.
ETSON VERA